Cada vez está más cerca el verano y con el buen tiempo, los planes en familia en espacios exteriores, se multiplican. Siempre existe el riesgo de que un niño se pierda cuando estamos fuera de casa, pero en esta época del año, nuestras probabilidades aumentan.
Entre los muchos miedos que surgen cuando te conviertes en madre o padre, para mí, este es uno de los peores. Unos minutos sin tener a uno de tus hijos localizado, te supone un nivel de angustia y terror indescriptible.
Solo en las playas, la Cruz Roja registra cada temporada 2.500 desapariciones, pero el dato global podría ascender a más de 10.000 al año ya que la vigilancia y seguridad de las playas la gestiona cada ayuntamiento independientemente, y en muchos casos, se encuentra al niño sin llegar a solicitar ayuda.
Según la policía este tipo de incidentes suele resolverse en la mayoría de los casos en la primera media hora. No se a vosotros, pero a mí, media hora con un niño perdido, me parece muchísimo tiempo. Así que vamos a centrarnos en como actuar y qué debemos enseñar a nuestro hijo para enfrentarnos a este tipo de situaciones.
¿POR QUÉ SE PIERDE UN NIÑO?
- Cuando los niños empiezan a andar con un poco de habilidad, comienzan paralelamente a desplazarse con mayor libertad. Esto les produce una sensación de autonomía y satisfacción características de esta etapa, en la que hacerlo todo «yo solito» les encanta.
- Andar solos es para los niños una aventura y una oportunidad de tomar decisiones propias: me alejo y me acerco a mis papás, vuelvo cuando lo deseo, voy a ver algo que me llama la atención…Todas esas experiencias forman parte de su desarrollo y no deben prohibirse por miedo. Hay que permitirlas vigilándolos y buscando espacios seguros.
- Para los niños todo lo que les rodea es atractivo, estimulante y un misterio por descubrir. El mayor peligro existe en caso de que se pierda. Principalmente por el riesgo de accidentes al no estar vigilando para protegerlos.
- A veces nos encontramos en lugares con aglomeraciones, grandes espacios difíciles de controlar o situaciones con muchos niños que pueden parecerse al nuestro haciéndonos confundirnos. En estos sitios debemos extremar la vigilancia.
- Aunque los niños vayan creciendo y los veamos mayores, siguen en riesgo. La orientación espacial aún es deficiente hasta los 7-10 años, cuando evoluciona más hacia el nivel del adulto. No debemos de bajar la guardia. El riesgo de perderse sigue existiendo aunque crezcan: se vuelven más confiados y a veces se alejan más, sobreestimamos su orientación, estamos más distraídos porque creemos que eso ya no nos va a pasar con nuestros hijos…
¿QUÉ NO DEBEMOS HACER NOSOTROS?
- Bajar la guardia. Los accidentes suelen ocurrir en donde NO esperamos que sucedan. Los sitios evidentemente peligrosos los tenemos súper controlados pero prestamos menos atención en sitios aparentemente más seguros, y ahí llega el susto.
- Sobreproteger a los niños. No se les debe impedir que se alejen un poco de nosotros. Se trata de adaptarnos nosotros a ellos. Dejar que aprendan y evolucionen, y mientras nosotros no dejar de vigilar, pero sin que ellos lo noten demasiado. De esta forma aprenden a responsabilizarse gradualmente ellos mismos, de su propia seguridad.
- Nunca asustar a nuestros hijos diciéndoles cosas como: «Si te alejas te van a robar», «un hombre malo te va llevar», «si te vas ya no nos ves nunca más»… O amenazas como: «Si te separas te dejamos aquí» o «si te alejas vas a tener un accidente». Hay que diferenciar entre advertir («ten cuidado porque si te alejas puedes perderte») y amenazar («si te alejas te dejamos solo»). Este tipo de frases los vuelven inseguros y desconfiados y en caso de que se pierdan pueden favorecer que se escondan o huyan, en vez de pedir ayuda y esperar.
- Bloquearnos por el pánico. Intenta ver bien alrededor del último sitio donde estaba. No correr en todas direcciones sin sentido. Pedir ayuda cuanto antes. Si somos dos adultos que uno espere donde se perdió y el otro vaya buscando.
- Reaccionar mal al encontrarlos. Ni broncas, ni asustarlos (ya lo están aunque algunos no lo reconozcan). Hablar las cosas con calma en frío, pero el encuentro tiene que ser alegría y alivio para todos.
RECOMENDACIONES PARA REDUCIR EL RIESGO DE QUE SE PIERDA
- Repetirle siempre la advertencia de que no se aleje demasiado, para que poco a poco y con el tiempo, la interiorice y la tenga continuamente presente.
- Si vas al supermercado o de compras, llévalos durante ese tiempo en la silla o dentro del carro. No vas a poder prestarles toda tu atención en ese momento y así estarán controlados.
- En caso de ir a sitios con mucha gente, vístelos con ropa de colores llamativos. Ayuda también que lleven un globo o cualquier complemento vistoso, por si hay algún despiste y quieres localizarlos rápidamente.
- En aglomeraciones intenta que vayan siempre de la mano y solo soltarlos en espacios donde tengas amplitud para no perderlos de vista.
- Es una buena opción cuando el niño esté fuera de casa, llevarlo identificado con pulseras, collar o carnet con datos de contacto. Hay muchas opciones y hasta podemos hacerlas nosotros con los niños.
- Pactar si lo entienden un punto de encuentro seguro (en niños un poco mayores).
¿QUÉ ENSEÑARLE A HACER CUANDO SE PIERDE?
- ¡STOP! ¡Pies quietos! Si te pierdes, quédate justo donde estás sin bajarte de la acera y en un sitio seguro. ¡papá y mamá te encontrarán!
- Quédate de pie y derechito como una farola o como un árbol. Si hay un banco cerca puedes subirte de pie encima para que te veamos mejor.
- Mira despacito todo a tu alrededor sin moverte. Papá y mamá pueden estar cerca y no te habías dado cuenta.
- Si no nos ves, tienes permiso para gritar muy fuerte: ¡Papááááááá! ¡Mamááááááá!. Da igual donde estés. Si te has perdido puedes gritar donde sea: en el súper, en la biblioteca, en la calle, en el cine o en el restaurante. No dejes de gritar y llamarnos muy fuerte hasta que te encontremos.
- Si sigues sin vernos pide ayuda. Los mejores ayudantes: polis, mamás y papás con niños, profes y bomberos. Cuando nos perdemos hay que olvidar el miedo y la vergüenza para que nos ayuden. Se tienen que quedar contigo donde estás. No subas a coches, ni te vayas a la casa de nadie a esperarnos. No te muevas ni aunque te digan que te van a llevar a tu casa, nosotros iremos a buscarte.
- Diles a tus ayudantes que llamen a papá y a mamá. Diles el número que te hemos enseñado o enséñales tu pulsera con tus datos.
- Nunca te olvides de que papá y mamá van a encontrarte y de todo lo que hemos ensayado.
¿Cómo vamos a enseñárselo?
- Haciendo «simulacros» o algún ensayo como un juego, y repetirlo de vez en cuando. Esto les ayudará a recordarlo y estarán menos bloqueados por el miedo si se pierden.
- Mandarle de vez en cuando llamar a papá o a mamá desde otro teléfono para que practique y no se le olviden nuestros números. Ejemplo: «Llama y dile a mamá que estamos deseando que llegue del trabajo» o «llama a papá para que se acuerde de traer el pan»…
- Usar canciones o algún juego para que se aprenda sus datos y no le de vergüenza decirlos en alto.
¿COMO PODRÍAMOS POTENCIAR SU ORIENTACIÓN ESPACIAL?
La orientación espacial es la habilidad que tenemos para ubicarnos en el espacio. Nos permite saber hacia dónde nos dirigimos partiendo de nuestra ubicación actual, incluso en ambientes desconocidos o poco familiares. La orientación nos ayuda a: encontrar lugares, interpretar mapas o llevar a cabo tareas que requieran entender las nociones de dimensión y dirección.
La orientación espacial es una capacidad en parte innata y en parte aprendida o adquirida. Ayuda a mejorar la parte de esta capacidad aprendida, el desarrollo de la lateralidad y la coordinación motora.
Sugerencias para potenciar esta capacidad:
- Ejercicio y deporte. Para mejorar lateralidad y coordinación.
- Hacer con los niños actividades en entornos abiertos.
- Juegos con mapa tipo «búsqueda del tesoro». Adaptando los mapas a la edad y capacidades del niño.
- Pasear mucho y dejar a veces a los niños que marquen el rumbo.
- Intentar ir variando las rutas habituales y que nos digan por donde creen que se llega a casa.
- Animarlos a fijarse en referencias cuando van por la calle como: edificios, señales o carteles.
- Enseñarles a mirar hacia atrás de vez en cuando al pasear. Nuestra imagen del entorno puede cambiar entre la ida y la vuelta.
- Viajar y conocer sitios nuevos, hacen que usemos más esta capacidad y la ejercitemos.
Para despedirme solo desear que no nos toque pasar el mal trago de perder a un niño. Pero si nos ocurre, intentemos mantener la calma y poner en marcha todos estos consejos.
La mejor manera de aprender, es reconocer nuestros errores, aprender de ellos, intentar corregirlos si es posible y perdonarnos si no lo es.
RESPIRA… LOS MALOS MOMENTOS PASAN Y TE HACEN VER LO QUE ES VERDADERAMENTE IMPORTANTE
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1 Comentario
Manolo
22/05/2018 at 07:06Muy importante esto. Gracias por compartir!!
Yo viví esto hace muchos años, cuando mi hija mayor tenía 2 años y medio. Duró menos de 5 minutos, para mí fue una eternidad…
De todo lo leído en el artículo, y vaya por delante que estoy de acuerdo en casi todo, destacaría en base a mi experiencia, que lo más importante es la referencia a la necesidad en un momento así de olvidadar la vergüenza y el miedo al «qué dirán». En ese momento lo importante es encontrar cuanto antes a tu hijo, y si bien está bien enseñar a nuestro hijos a que grite papá y mamá, repito, en base a mi experiencia tampoco estaría mal que nosotros gritemos el nombre de nuestro hijo.
Yo entré en una tienda de Rota (ciudad costera de la provincia de Cádiz) a mediodía, en la confluencia de 3 calles, formaban un cruce con 4 posibles salidas, y la tienda que estaba de esquina tenía salida a dos calles del cruce. Iba con mi hija de la mano, la solté para hablar con el dependiente 1 segundo y cuando me di cuenta y volví la mirada parte buscarla la niña no estaba. Le pregunté al dueño de la tienda y me dijo que no había visto a ninguna niña…pero si medio segundo antes estaba a mi lado!!! Así que salí de la tienda y me di cuenta la cantidad de gente que había en ese momento en la calle y que justo hasta ese mismo instante no había visto. Iba a un comercio de al lado, preguntaba si habían visto a una niña pequeña perdida y volvía a la tienda donde vi por última vez a mi hija. Esa misma opera la repetí alrededor de 7 veces, yendo a tiendas más lejanas cada vez. Por fin a los 2-3 minutos apareció una pareja con la niña en brazos, al parecer no paraba de repetir «mi papá se ha perdido».
Os lo estoy relatando y aun siento como se estremece mi pecho. Miedo, sentí miedo auténtico por primera vez en mi vida.
Creo que si me hubiera parado en el cruce (estamos hablando de un pueblo pequeño, la placita que conformaba el cruce no tendría más de diez metros de ancha) y hubiera gritado el nombre de mi hija, me hubiera ahorrado un par de minutos de angustia.
Si os pasa que ojalá que no, no perdáis la calma y que el miedo, que seguro sentiréis, no os paralice.